El Día Mundial de lucha contra la desertificación y la sequía se celebra cada año el 17 de junio.
Esta fecha parte de la resolución A/RES/49/115 de 1995, donde la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 17 de junio como Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, en conmemoración de la aprobación de la Convención de las Naciones Unidas en su lucha contra la desertificación del 17 de junio de 1994.
Su objetivo de concienciar a nivel global sobre la importancia de combatir la desertificación y la sequía, he invita a todos los Estados a dedicar este Día Mundial a sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesidad de cooperar en un plano internacional, para luchar contra la desertificación y los efectos de la sequía.
Como los demás Días Mundiales, se brinda la oportunidad de aumentar la conciencia sobre los desafíos que enfrentan las comunidades afectadas por estos problemas y promover acciones para combatirlos. Es un hecho el que la desertificación y la sequía pueden tener efectos devastadores en el medio ambiente, la agricultura, la seguridad alimentaria, la salud humana y la estabilidad social.
Este Día comparte objetivos con otros, también catalogados como Días Mundiales, como por ejemplo el Día Mundial del Suelo.
Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2023
Mujeres: sus tierras y sus derechos, es el lema del Día Mundial de lucha contra la desertificación y la sequía 2023. Con él, se quiere poner el foco en ‘los derechos de las mujeres y niñas a la tierra’ en todo el mundo.
Las mujeres y niñas son en gran medida las que más sufren de manera acuciante las consecuencias de la desertificación, la degradación de la tierra y la sequía, es por ello que su papel en la toma de decisiones es fundamental.
Las mujeres deben de estar también en primera línea para poder contribuir en el restablecimiento de las tierras degradadas y la gestión sostenible de las mismas. Sobre todo en los países en vías de desarrollo, pasa porque las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres y acceso tanto a los recursos como a la toma de decisiones.
Más lemas de los Días Mundiales de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.
Cada año, se elige un tema específico para destacar un aspecto particular de la desertificación y la sequía. A través de eventos, campañas de sensibilización, programas educativos y proyectos de conservación, se busca fomentar la adopción de prácticas sostenibles de gestión de la tierra y el agua, así como resaltar la importancia de la cooperación internacional en la lucha contra estos problemas. Más lemas empleados son:
- 2022 – Superando juntos las sequías.
- 2021 – Restaurar la tierra. Recuperar la vida.
- 2020 – Alimentos. Forrajes. Fibras.
- 2019 – Construyamos juntos el futuro.
- 2018 – La Tierra es valiosa. Invierte en ella.
- 2017 – La degradación de la tierra y la migración.
- 2016 – Cooperación inclusiva para lograr neutralizar la degradación de la tierra.
- 2015 – El que algo quiere, algo le cuesta, invirtamos en suelos sanos.
- 2014 – La tierra pertenece al futuro, protejámosla del cambio climático.
- 2013 – No dejes que nuestro futuro se seque.
- 2012 – Los suelos saludables sostienen tu vida: evitemos la degradación de la tierra.
- 2011 – Los bosques mantienen activas las tierras secas.
- 2010 – Mejorar los suelos en un lugar mejora la vida en todas partes.
- 2009 – Conservar la tierra y el agua = asegurar nuestro futuro compartido.
- 2008 – Combatir la degradación de la tierra por una agricultura sostenible.
- 2007 – La desertificación y el cambio climático: un reto mundial.
- 2006 – Los desiertos: la belleza de la naturaleza, el reto de la desertificación.
- 2005 – La mujer y la desertificación.
La Desertificación y la Sequía.
La desertificación se refiere a la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, a menudo como resultado de factores como la actividad humana, el cambio climático y las condiciones naturales.
La sequía, por su parte, es un fenómeno natural que ocurre cuando hay una falta prolongada de precipitaciones y la disponibilidad de agua se reduce significativamente.
¿Qué vínculos comparten la desertificación y la sequía con el cambio climático?
La desertificación, la sequía y el cambio climático están estrechamente relacionados y se refuerzan mutuamente. A continuación, exponemos algunos de los vínculos que comparten estos fenómenos, tanto en España como en el mundo.
El cambio climático como factor desencadenante. El cambio climático es un factor clave que impulsa la desertificación y la sequía. El aumento de las temperaturas, los cambios en los patrones de precipitación y los eventos climáticos extremos, como sequías prolongadas, son consecuencias del cambio climático.
Estos factores contribuyen a la degradación de los suelos, la disminución de los recursos hídricos y el aumento del estrés hídrico en diversas regiones.
Una retroalimentación positiva. La desertificación y la sequía también pueden agravar el cambio climático a través de una retroalimentación positiva.
La pérdida de vegetación y la degradación del suelo provocadas por la desertificación disminuyen la capacidad de los ecosistemas para capturar y almacenar carbono, lo que a su vez contribuye a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, exacerbando el cambio climático.
La variabilidad climática. El cambio climático también puede aumentar la variabilidad climática, lo que implica cambios más pronunciados y menos predecibles en los patrones de precipitación.
Esto puede dar lugar a sequías más frecuentes e intensas, así como a periodos de lluvias torrenciales, lo que a su vez afecta la disponibilidad de agua y la calidad de los suelos.
Los impactos en la biodiversidad y los ecosistemas. Tanto la desertificación como la sequía tienen un impacto significativo en la biodiversidad y los ecosistemas.
El cambio climático puede alterar los ecosistemas y los patrones de distribución de las especies, lo que afecta la capacidad de los ecosistemas para recuperarse de la sequía y la desertificación. Esto, a su vez, puede conducir a la pérdida de hábitats, la disminución de la biodiversidad y la interrupción de los servicios ecosistémicos.
La necesidad de acciones integradas. Dado que estos fenómenos están interconectados, abordar la desertificación, la sequía y el cambio climático requiere acciones integradas y enfoques de gestión holísticos.
Esto implica la adopción de medidas de mitigación y adaptación al cambio climático, así como prácticas sostenibles de gestión de la tierra y el agua para combatir la desertificación y la sequía.
La desertificación en España.
Sobre la desertificación en España, la superficie afectada, según uno de los últimos informes oficiales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España, aproximadamente el 21% del territorio español está afectado por procesos de desertificación. Esto implica una superficie de alrededor de 82.000 kilómetros cuadrados.
Las principales causas de la desertificación en España son la sobreexplotación de los recursos hídricos, la deforestación, la agricultura intensiva y el cambio climático. Estos factores pueden llevar a la degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad y la disminución de la productividad agrícola.
En cuanto a las zonas más afectadas por la desertificación en España se encuentran principalmente en el sureste y sur del país, donde prevalecen climas áridos y semiáridos. Algunas regiones especialmente vulnerables son Andalucía, Murcia, la Comunidad Valenciana y las Islas Canarias.
La desertificación también tiene un impacto significativo en la agricultura española, ya que limita la disponibilidad de agua para el riego y reduce la calidad y productividad del suelo. Esto puede afectar negativamente la producción agrícola y la viabilidad económica de las comunidades rurales.
En cuanto a las medidas de prevención y mitigación, España ha implementado diversas estrategias y medidas para combatir la desertificación. Esto incluye la promoción de prácticas de agricultura sostenible, la reforestación, el uso eficiente del agua, la gestión integrada de cuencas hidrográficas y la adopción de energías renovables para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La sequía en España.
En cuanto al impacto de la sequía, España es un país propenso a la sequía debido a su clima mediterráneo y la variabilidad natural de las precipitaciones. La sequía tiene un impacto significativo en diferentes sectores, como la agricultura, la ganadería, la disponibilidad de agua potable, la generación de energía hidroeléctrica y la conservación del medio ambiente.
En los últimos años, España ha experimentado periodos prolongados de sequía. Por ejemplo, entre 2014 y 2017, el país sufrió una sequía severa que afectó principalmente a las regiones del sureste y del centro. Durante estos años, muchas áreas experimentaron una escasez de agua, disminución de los embalses y restricciones en el suministro de agua para uso humano y agrícola.
España también enfrenta desafíos relacionados con el estrés hídrico, especialmente en regiones áridas y semiáridas. El aumento de la demanda de agua, el crecimiento urbano, la sobreexplotación de acuíferos y el cambio climático contribuyen a la escasez de agua en algunas áreas.
En este contexto, España cuenta con planes de gestión hidrológica a nivel nacional y regional para abordar los desafíos de la sequía y garantizar la disponibilidad de agua a largo plazo. Estos planes incluyen la adopción de técnicas de conservación del agua, la rehabilitación de ecosistemas acuáticos y la coordinación entre diferentes sectores y administraciones.
La agricultura y jardinería con la desertificación y la sequía
Para ser justos, nada tiene que ver la agricultura de hace unas décadas con la actual. Y lo mismo es válido para la jardinería. Estas se encuentran en una nueva fase de evolución hacia una cultura medioambiental inteligente, una economía circular y una adecuada gestión de los recursos.
Siguiendo con ejemplos, las inversiones en I+D+i por parte de las empresas formuladoras de agronutrientes, bioestimulantes agrícolas y microorganismos beneficiosos para el suelo son muy elevadas, estando orientadas a formular y fabricar productos que mejoren el rendimiento de los cultivos en condiciones muy especiales, a la vez que respetan el medio ambiente. Y si nos centramos en los fabricantes de equipos y sistemas de riego, consiguen que la gestión del agua sea óptima.
Respecto a una jardinería pública y privada, solo aquella empeñada en diseños incompatibles con el espacio natural que le corresponde puede ser parte del problema.