Conocido comúnmente como falsa acacia, robinia, acacia blanca…, su nombre científico es realmente Robinia pseudoacacia y pertenece a la familia de la Fabaceae. Es originario del este y centro de Estados Unidos, naturalizado en Europa en el siglo XVII.
Se trata de un árbol caducifolio, muy longevo y de crecimiento rápido, que puede alcanzar entre los 10 y 15 metros de altura. Su copa es ancha con un tronco marrón grisáceo, rugoso y muy agrietado. Sus ramas jóvenes son espinosas, con hojas compuestas de foliolos ovalados que usualmente llevan un par de espinas en la base. Son de color verde intenso en el haz y algo grisáceas en el envés, contraste que se aprecia cuando el viento agita su copa y que adoptan posturas caídas durante la noche.
Florece en primavera con flores blancas fragantes y melíferas, dispuestas en racimos colgantes de 10 a 20 cm. de longitud con la corola de color blanco y una mancha amarilla. El fruto es una legumbre seca, aplanada y de color pardo que madura al final del otoño y se queda en el árbol hasta la siguiente primavera.
Es poco exigente respecto al tipo de suelo, resistente al frío y soporta bien la sequía una vez instalado.
Este árbol tiene una densidad de follaje media, que ofrece una sombra ligera, utilizándose por ello como árbol de sombra en jardinería, para alineaciones en calles de tamaño medio, para fijar bordes y taludes de carreteras. Al presentar las ramas cubiertas de espinas puede emplearse también para vallas o setos defensivos.
Como curiosidad sus flores son comestibles y se conocen popularmente como pan y quesitos. Antiguamente con ellas se preparaba un agua destilada con propiedades antihistéricas. Su madera tiene una elevada resistencia y una durabilidad natural muy buena, utilizándose en tonelería, carpintería para hacer muebles, juegos para niños al aire libre, parqué, estacas y como leña para hacer fuego.