Perteneciente a la familia de las Lamiaceae, la Melissa officinalis es una hierba perenne de porte rastrero, conocida comúnmente como melisa, toronjil, citroneta, hierba de limón, abejera… entre otros nombres. Procede del área mediterránea y de Asia.
Melisa
La Melisa es una planta vivaz aromática que puede alcanzar de 50 a 80 centímetros de altura, con los tallos herbáceos rastreros, lignificados en la base.
Las hojas, que desprenden un intenso aroma a limón, son opuestas de color verde intenso y superficie pilosa, tienen el peciolo largo, ovadas, onduladas en forma de corazón, con los bordes dentados e irregulares.
Florece en verano, dando lugar a unas pequeñas flores blancas labiadas, poco vistosas que se agrupan en vertical a la base de las hojas. Son ricas en néctar, atrayendo polinizadores himenópteros, a lo que deben su nombre: melissa significa “abeja melífera” en griego.
Su fruto es una legumbre tetraseminada (tetra = cuatro).
Necesidades de la Melissa officinalis
La Melisa está muy extendida por su cultivo, y aunque prefiere suelos arenosos, bien drenados, tampoco va mal en suelos húmedos, incluso encharcados. No es exigente en materia de sol.
Salvo en climas cálidos, en invierno pierde su follaje, volviendo a brotar a comienzos de primavera.
Se emplea en jardinería por su color verde brillante y el aroma a limón que desprende toda la planta. Es muy importante también su uso culinario y en repostería. Tiene propiedades medicinales como relajante y antiséptico.
Apreciada por su fuerte aroma a limón, se la utiliza en infusión como tranquilizante natural, y su aceite esencial se aprovecha en perfumería.
Cuando se utiliza en una restauración del paisaje, se planta en zonas frescas y húmedas. Le va bien las zonas de rivera.